La joven modista Sira Quiroga abandona Madrid en los meses que precedieron a la sublevación, impulsados por el amor al galope hacia un hombre a quien apenas conocía. Todos se instalan en la región de Tánger, una ciudad en el mundo, exóticos y animada de la ciudad, donde todo lo impensable puede hacerse realidad. Incluso, la traición y el abandono.
Solo y acosado por las deudas de otros países, Sira se traslada a Tetuán, capital del Protectorado español en Marruecos. Con el espíritu a la vergüenza, y ayudado por los amigos de dudosa reputación, forja una nueva identidad y se las arregla para poner en su lugar una selección en la tienda en la que da la bienvenida a los clientes desde fuentes remotas y presentarlos de una manera insospechada.
Desde allí, con la guerra civil española ha finalizado recientemente, y la europea a punto de comenzar, el destino de la protagonista está vinculado a un puñado de personajes históricos, entre los cuales Juan Luis beigbeder se adjunta, y la enigmática y poco conocido, ministro de Asuntos Exteriores del primer franquismo―, su amante, el excéntrico Rosalinda Fox, y el agregado naval Alan Hillgarth, jefe de la inteligencia británica en España durante la segunda guerra mundial. Entre todos ellos, la presión para un arriesgado compromiso en el tejido, los puntos y los motivos de su oficio se convertirán en la fachada visible de algo mucho más turbio y peligroso.
Escrito en una prosa bella, El tiempo entre costuras está progresando con el ritmo imparable de los mapas, la memoria y la nostalgia, transportándonos a los legendarios enclaves coloniales del norte de África, al Madrid proalemán de la inmediata posguerra y a una Lisboa cosmopolita repleta de espías, oportunistas y refugiados sin rumbo.
El tiempo entre las articulaciones es una aventura emocionante en los talleres de alta costura, el glamour de los grandes hoteles, las intrigas políticas y las oscuras misiones de los servicios secretos funden con la lealtad hacia aquellos a quienes amamos y con el poder irrefrenable del amor.
