En el siglo IX, la ciudad de Barcelona dentro de los confines del Imperio romano Santo. Gobernado por los francos, que, a lo lejos, el pueblo de apenas mil quinientas almas, se había convertido en un desierto, azotado por los intentos de conquista de los sarracenos y las hordas salvajes, y sometido a la tiranía de unos pocos nobles corruptos que se aprovechan de la gente. Esta tierra maldita, llega el joven obispo Frodoí. Recién nombrado para el cargo por el rey franco, su destino es más como un castigo que un honor, pero algo en ella, el desprecio y la ambición que estamos innat