El 1 de abril de 1956, un grupo de estudiantes de la universidad -«nosotros, los hijos de los vencedores y los vencidos»- fue un llamamiento a la oposición al régimen de franco. Entre ellos, Javier Pradera, el hijo y el nieto de disparo. Esta llamada puede ser considerado como uno de los precedentes de la Transición española, un proceso que está abierto a la democracia, y no una sola vez. Identificar los problemas de hoy con el marco para esta Transición es un síntoma de pereza intelectual que una corriente revisionista se ha puesto en circulación, sin tomar en cuenta lo que realmente pasó todos esos años atrás. «La Transición española (TE) tiene elementos útiles para aquellos que viven en un cambio de régimen de cerrado a abierto las sociedades. Como escribe Javier Pradera, en uno de los textos que invocar uno de estos elementos es la transformación de la cultura política «de la confrontación violenta para el diálogo, la tolerancia, la voluntad de compromiso, la negativa a transformar el adversario en un enemigo […], el estudio de la historia para no repetir los errores y la orientación hacia el futuro».» Joaquín Estefanía (Fragmento de la Introducción)