En una democracia, no se rige en el nombre de la opinión pública. Que cuenta a sus peticiones, le da una voz y una cara, con números y palabras. Los periodistas, encuestadores y los políticos dicen que representan a la opinión pública. Pero también la gestión: para reducir la participación de los ciudadanos en el uso de la información, responder a las urnas y votar. A veces transformar el debate social, en una voz monótona. Una combinación de teoría y caso práctico -la movilización de Miguel Ángel Blanco a la carrera pública de Mario Conde – el autor analiza los problemas, tales como a través de encuestas, los efectos de los medios de comunicación o el sueño de la ciberdemocracia. Recopilar evidencia de la manera en que, a pesar de todo, la opinión pública es racional, de la influencia del gobierno, y la influencia aún más. La propuesta final de las vías de intervención por parte de los ciudadanos y la reforma de las instituciones. La democracia deliberativa intenta hacer compatible la opinión pública, como la suma de las encuestas y los votos, con la vista de la calle y de las iniciativas de la sociedad civil. Garantiza que los ciudadanos generar, recibir y compartir información necesaria para percibir sus intereses, de modo que los líderes de decidir como sería de los gobernados, si ellos ocupan su posición. Y si no lo hace, usted encontrará que es más difícil de ignorar o para manipular a la opinión pública.