La novela, difícil de clasificar en el que, como escribió en su día, Jorge Luis Borges, traductor del libro «el trabajo de la magia, de la amargura y la felicidad», ORLANDO (1928) narra los altibajos a lo largo de casi trescientos años, y está empezando a ser un caballero de la corte en isabelino inglés. En parte, el producto de la ambigüedad de la pasión de Virginia Woolf (1882-1941) por Vita Sackville-West y el antecedente del singular del realismo fantástico, la historia de su protagonista, siempre sugerentes escenarios y impregnada por la particular obsesión de su autor por el paso del tiempo, deslizándose como una deslumbrante de cuento de hadas a la fascinado a los ojos del lector.