Tres relaciones a largo plazo, dos niños, dos divorcios y la situación económica en la que el límite es lo que se ha aprendido en sus cuarenta y cuatro años de edad, el protagonista de esta novela. Todo se derrumba a su alrededor: la relación con su hermana, la única, la educación de sus hijos, la tienda de instrumentos musicales con apenas gana la vida, sus relaciones con sus ex parejas… Siempre ha tenido un bajo concepto de sí misma, nunca hizo ningún trabajo especial, y nunca se ha planteado si la continuas frustraciones de la caza responder a algo más que a su falta de talento y de la voluntad. Pero un día, recibe una llamada de un amigo de la infancia y, a partir de ese momento, se ve obligado a volver al pasado, a revivir el papel que representaron a sus padres, abuelos y su hermana, que, hasta entonces, le había parecido la más perfecta muñeca de la casa: la casa de su infancia. La llamada le informa de que un trágico suceso, que ella juega en la edad de ocho años, salió a la luz en un procedimiento judicial en el que él se hundió de repente. Estela del pensamiento de que la tarde de verano había sido enterrado en las líneas que salió de su calle.